La Rosa Damascena, una especie floral de inmensa belleza y un legado histórico profundo, ha sido reverenciada durante siglos por sus excepcionales propiedades aromáticas y terapéuticas. Desde los antiguos jardines de Damasco hasta los modernos laboratorios de cosmética, esta flor no solo ha deleitado los sentidos, sino que también ha ofrecido beneficios inigualables para la piel y el bienestar general. Su cultivo, meticuloso y dedicado, asegura la calidad de sus derivados, convirtiéndola en un ingrediente preciado en diversas industrias.
En las fértiles tierras de Bulgaria, específicamente en el afamado Valle de las Rosas de Kazanlak, y en las soleadas laderas del valle de Isparta, Turquía, se cultiva la célebre Rosa Damascena, fuente de uno de los aceites esenciales más codiciados del planeta. Cada amanecer primaveral, con el rocío aún cubriendo sus delicados pétalos, se lleva a cabo la recolección, un proceso artesanal que garantiza la máxima concentración de sus compuestos volátiles antes de que el sol pueda disiparlos.
La distinción entre el aceite de Rosa Damascena y el aceite de Rosa Mosqueta es crucial. Mientras que el primero, de un valor incalculable, se obtiene mediante la destilación al vapor de los pétalos frescos de la Rosa Damascena, la Rosa Mosqueta, por su parte, se extrae de las semillas de una especie diferente, predominantemente en Sudamérica, y es valorada por su riqueza en ácidos grasos. Para obtener un solo kilogramo de este preciado aceite esencial de Damascena, se necesitan varias toneladas de pétalos, lo que subraya su exclusividad y elevado costo en la perfumería de alta gama.
Además del aceite esencial, de aroma puro y etéreo, existen otros derivados valiosos. El absoluto de rosa, extraído con solventes, ofrece una fragancia más intensa y compleja, ideal para perfumería de lujo. Por otro lado, el hidrolato, o agua de rosas, subproducto de la destilación, es un tónico suave y refrescante, perfecto para pieles sensibles, aliviar ojos cansados o como componente en la higiene íntima. Las propiedades de la Rosa Damascena son vastas: en la cosmética, hidrata, nutre, calma y reduce el enrojecimiento, mientras que su riqueza en antioxidantes combate el envejecimiento cutáneo y favorece la regeneración celular. En la aromaterapia, infunde armonía, reduce el estrés y se considera un sutil afrodisíaco.
Para aquellos que deseen cultivar esta joya en su propio jardín, la Rosa Damascena prospera a pleno sol en suelos bien drenados y ricos en materia orgánica. Requiere riegos profundos y espaciados, y un abonado orgánico para fomentar su floración de primavera a verano, donde exhibe sus rosas rosadas de 36 pétalos intensamente perfumados. Es fundamental una poda de limpieza post-floración para estimular nuevos brotes y mantener la sanidad de la planta, vigilando plagas como pulgones y enfermedades fúngicas. En cuanto a su uso, el aceite esencial siempre debe aplicarse diluido, realizando una prueba de parche previa, y conservarse en frascos opacos para preservar sus cualidades.
Desde la antigüedad, la rosa ha sido símbolo de feminidad y amor. Se cuenta que Cleopatra usaba el aroma de rosas para encantar, y el lenguaje de las flores inmortalizó su significado. Más allá de la belleza y la fragancia, la Rosa Damascena es un activo versátil, ideal para el cuidado de la piel, la creación de perfumes exquisitos y una experiencia sensorial sin igual.
La historia y el presente de la Rosa Damascena nos invitan a reflexionar sobre la profunda conexión entre la naturaleza, la cultura y el bienestar humano. Esta flor, más que un simple adorno, es un testimonio vivo del poder transformador de la botánica, ofreciendo desde sus delicados pétalos un abanico de posibilidades que enriquecen nuestra vida diaria. Su persistente relevancia en el mundo de la cosmética y la aromaterapia subraya la sabiduría ancestral de honrar y aprovechar los dones de la tierra, una lección que resuena con fuerza en nuestros tiempos, recordándonos la importancia de la pureza, la autenticidad y la armonía con el entorno natural.
La historia de un icónico árbol en Triana, el ficus de San Jacinto, ha llegado a su inevitable conclusión. Tras años de debate y esfuerzos por mantenerlo con vida, el Ayuntamiento de Sevilla ha procedido con su retirada definitiva. Esta acción se produce dos años después de una controvertida poda que generó una gran movilización ciudadana y puso de manifiesto las diferentes sensibilidades en torno al patrimonio verde urbano. A pesar de los intentos de recuperación, como la ampliación de su alcorque y riegos constantes, la Delegación de Arbolado, Parques y Jardines ha declarado que el ejemplar estaba muerto desde 2022, y su deterioro interno representaba un riesgo significativo para la seguridad de los transeúntes.
\nLa polémica en torno a este árbol se intensificó con la caída de una rama que causó heridos, lo que encendió las alarmas sobre su estado. En 2022, la comunidad religiosa Dominicos, con el permiso municipal, inició la tala basándose en estudios técnicos que justificaban la intervención. Esta medida fue respondida con fuertes protestas y la interposición de recursos legales que detuvieron temporalmente los trabajos. Con la llegada de una nueva administración municipal, se buscó un acuerdo para el mantenimiento del árbol y la gestión del espacio circundante, incluso solicitando un informe independiente para evaluar su viabilidad. Sin embargo, un dictamen posterior certificó el colapso biológico del ficus, atribuyéndolo a factores como la pérdida de follaje, la exposición extrema al sol y la proliferación de hongos. A pesar de una moratoria para estudiar opciones de conservación como elemento conmemorativo, ninguna solución viable fue hallada, llevando a la decisión final de su remoción.
\nLa retirada del ficus ha generado reacciones encontradas entre las autoridades y los grupos defensores del medio ambiente. Mientras el ayuntamiento, a través de la concejala Evelia Rincón, insiste en la muerte del árbol y la avanzada putrefacción de su madera, organizaciones como Pacma y plataformas ciudadanas denuncian un incumplimiento del mandato de conservar el tocón, argumentando que informes recientes no indicaban un peligro inminente. La municipalidad, por su parte, reitera haber agotado todas las vías para la revitalización del árbol y que su permanencia representaba un riesgo inaceptable. Ahora, el desafío radica en decidir qué especie vegetal lo reemplazará, con el objetivo de restaurar los beneficios ambientales y simbólicos que el ficus ofrecía, al tiempo que se busca honrar su memoria. Este episodio subraya la importancia de una planificación urbana que concilie el desarrollo de las ciudades con la preservación de su riqueza natural y la participación ciudadana.
La Rosa 'La Sevillana', una cautivadora variedad Floribunda, es un verdadero deleite para los entusiastas de la jardinería. Este rosal moderno, concebido en Francia en 1978 por la rosalista Marie-Louise Meilland, se distingue por su abundante floración. Su linaje genético, fruto de cruces complejos, le confiere una robustez y belleza excepcionales. Alcanzando una altura de 60 a 120 centímetros y una extensión de hasta 150 centímetros, se caracteriza por sus hojas de un verde intenso y brillante, que complementan a la perfección sus flores. Estas últimas, que eclosionan durante la primavera y el verano, exhiben pétalos de un vibrante color naranja o rojo-naranja y desprenden un delicado aroma, convirtiéndola en una de las variedades más productivas y atractivas.
\nPara asegurar el florecimiento óptimo de la Rosa 'La Sevillana', es crucial proporcionarle condiciones de cultivo adecuadas. Este rosal prospera a pleno sol, requiriendo una ubicación exterior donde reciba abundante luz directa. En cuanto al suelo, es adaptable; si se cultiva en maceta, un sustrato universal enriquecido con perlita garantizará un drenaje óptimo, mientras que en jardín, cualquier tipo de suelo con buen drenaje será suficiente. El riego debe ser frecuente, especialmente en verano, manteniendo la tierra húmeda pero sin encharcamientos. La nutrición es clave: se recomienda abonar mensualmente con fertilizantes orgánicos desde la primavera hasta finales del verano. La reproducción se puede realizar mediante esquejes semileñosos a finales del invierno, y la poda, también en esta estación, es esencial para eliminar ramas secas o enfermas y estimular nuevas floraciones. Además, resiste bien el frío, soportando temperaturas de hasta -6°C.
\nCultivar la Rosa 'La Sevillana' no solo embellece el entorno con sus coloridas y fragantes flores, sino que también ofrece una gratificante experiencia al jardinero, al observar el desarrollo y la profusión de este magnífico rosal. La dedicación en su cuidado se ve recompensada con una exhibición floral continua, transformando cualquier jardín o balcón en un oasis de belleza. Es una manifestación de que con esmero y atención, la naturaleza nos regala espectáculos que inspiran serenidad y alegría, recordándonos la importancia de nutrir y apreciar la vida en todas sus formas.