La inmensa fortuna del rey Mohamed VI de Marruecos no es un secreto, como tampoco lo es su arraigado amor por los automóviles de alta gama, una pasión que consume una parte significativa de su riqueza. Su fascinación por el mundo del motor se evidencia en su colección, que supera los 600 vehículos, una de las más extensas y asombrosas a nivel mundial. Recientemente, esta colección ha sido engrandecida con una adquisición extraordinariamente exclusiva.
Para albergar esta vasta cantidad de automóviles, el monarca cuenta con un total de 12 palacios. La última incorporación a su colección es el Laraki Sahara, un ejemplar de hiperdeportivo del que solo existen dos unidades en todo el planeta, y uno de ellos fue confeccionado a medida para Mohamed VI. Sus prestaciones son simplemente impresionantes, con una potencia que supera los 1.500 caballos y una capacidad para alcanzar los 400 kilómetros por hora.
No resulta sorprendente ver al soberano al volante de un vehículo de lujo, dada su profunda devoción por el ámbito automovilístico. Esta pasión tiene sus raíces en su abuelo, Mohamed V, quien inició la formidable colección que hoy posee el actual rey. Sin embargo, fue su padre, el anterior monarca, quien realmente le inculcó el entusiasmo por los motores y la velocidad. A pesar de su considerable estatura, que en ocasiones le impide disfrutar plenamente de algunos de sus deportivos, esta circunstancia no ha mermado en absoluto su interés.
La tradición familiar ha florecido, y el monarca ha adquirido modelos de las marcas más prestigiosas del mercado, incluyendo Ferrari, Porsche, Rolls-Royce, Bentley y Aston Martin. Con la icónica casa del Cavallino Rampante, la relación es particularmente estrecha, como lo demuestran sus frecuentes visitas a Maranello, el epicentro de la legendaria firma italiana. Esta afinidad se debe a su estatus de cliente VIP preferente de Ferrari.
Su relación privilegiada le ha otorgado numerosos beneficios, como el acceso a piezas únicas no disponibles para el público y la oportunidad de probar los superdeportivos más recientes de la marca antes que nadie. Modelos como el Ferrari 550 y el 360 Modena han sido parte de sus experiencias de prueba. Su colección continúa expandiéndose, sin visos de detenerse. El Laraki Sahara Hypercar, del que solo se han producido dos unidades a nivel global y una de las cuales ha recalado en sus manos, es el centro de atención. Este hiperdeportivo, de diseño marroquí, incorpora un motor V8 de 7.0 litros procedente del Chevrolet Corvette, desarrollando 1.550 CV y una velocidad máxima cercana a los 400 km/h, con una aceleración de 0 a 100 km/h en solo 3,5 segundos.
El exterior del Laraki Sahara es una obra de arte, con fibra de carbono bañada en un tono bronce dorado, que le confiere un diseño agresivo y opulento. La manufactura de Laraki ha creado un superdeportivo en toda regla, con un eje trasero ancho y llantas de gran tamaño. El interior no se queda atrás en suntuosidad, con acabados de primera calidad en los asientos deportivos y tapicería de cuero lujoso y exclusivo. El monarca Mohamed VI, a pesar de su estatura, se esforzará por disfrutar de este vehículo, aunque pueda enfrentar los mismos desafíos de espacio que con otros deportivos de su formidable colección. Con un valor que se aproxima a los 2 millones de euros, este hiperdeportivo de lujo es una muestra más de la inquebrantable pasión del rey marroquí por el universo automotriz.
A pesar de los significativos avances en la ingeniería automotriz, los fallos inesperados en los neumáticos persisten como un desafío en la seguridad vial. Comprender los factores que contribuyen a estos incidentes es crucial para cualquier conductor, ya que los neumáticos son el único punto de contacto entre el vehículo y el asfalto. Una preparación adecuada y el conocimiento de las acciones a seguir en una emergencia pueden marcar la diferencia entre un susto menor y un accidente grave.
El deterioro de los neumáticos es la causa principal detrás de los reventones. Una banda de rodadura excesivamente desgastada, la aparición de grietas, o deformaciones laterales comprometen la integridad del neumático, incrementando drásticamente el riesgo de un fallo repentino. Además, la presión inadecuada, tanto por defecto como por exceso, afecta la distribución uniforme del desgaste y la capacidad del neumático para soportar cargas, volviéndolo vulnerable. La interacción con superficies irregulares, como baches o socavones, a alta velocidad puede generar un impacto suficiente para provocar una explosión. A esto se suma el exceso de peso en el vehículo y las elevadas temperaturas ambientales, factores que combinados crean un escenario propicio para un incidente. Finalmente, optar por neumáticos de bajo costo o de marcas poco reconocidas puede parecer un ahorro, pero a menudo se traduce en una menor resistencia y durabilidad, un riesgo que no vale la pena correr.
La integridad de los neumáticos es fundamental para la seguridad vehicular. Un desgaste irregular, la presencia de deformaciones o grietas, y una presión incorrecta son indicadores de un riesgo inminente de explosión. No solo es una cuestión de seguridad, sino también un requisito para superar las inspecciones técnicas obligatorias. Si bien un pinchazo menor puede parecer manejable, combinado con un neumático debilitado, puede escalar rápidamente a un reventón. La falta de un control adecuado de la presión, ya sea por déficit o por sobrecarga, genera tensiones excesivas en la estructura del neumático. Asimismo, las imperfecciones en el pavimento, como grandes baches o huecos, representan una amenaza directa, especialmente si se encuentran a velocidades elevadas. La sobrecarga del vehículo, el exceso de velocidad y las altas temperaturas, características del verano, pueden acelerar el deterioro y la probabilidad de un reventón. Es imperativo invertir en neumáticos de calidad y de marcas fiables, ya que el ahorro inicial en la compra puede traducirse en riesgos mayores y costos a largo plazo.
Cuando un neumático explota, la reacción inicial es crucial. El vehículo comenzará a desviarse de su trayectoria habitual y un ruido fuerte anunciará la pérdida súbita de presión. En esta situación, mantener la calma es primordial. Evita cualquier movimiento brusco con el volante o frenadas abruptas, ya que podrían desestabilizar el coche por completo. La clave es sujetar firmemente el volante para contrarrestar el tirón y permitir que el vehículo reduzca su velocidad de manera gradual. Utiliza el freno motor para decelerar, bajando marchas si es un coche manual o permitiendo que la inercia actúe en los automáticos. Una vez que la velocidad disminuya, activa las luces de emergencia y busca un lugar seguro para detenerte, preferiblemente fuera de la vía, para asegurar tu seguridad y la de los demás usuarios de la carretera.
En el desafortunado caso de experimentar un reventón, es vital recordar que el pánico es el peor enemigo. El fuerte estallido y la pérdida de control direccional son inevitables, pero tu respuesta definirá el resultado. Primero, contrarresta la tendencia del volante a girar bruscamente y abstente de aplicar los frenos de golpe, ya que esto podría provocar un trompo. La estrategia más segura es mantener una dirección firme y constante, permitiendo que el vehículo se desacelere progresivamente. Si tu coche es manual, reduce las marchas para aprovechar el freno motor; en un automático, la desaceleración por inercia será la principal aliada. Una vez que el vehículo esté bajo control y a una velocidad segura, señaliza tu situación con las luces de emergencia y, con extrema precaución, dirígete al arcén o a un área segura fuera de la calzada. A partir de 2026, las balizas V16 serán obligatorias para señalizar el incidente, reemplazando a los triángulos de emergencia.
En el corazón de Seward, Nebraska, ha tenido lugar un descubrimiento asombroso: un Chevrolet Vega de 1975, en condiciones prácticamente impolutas, ha sido desenterrado de la que se conoce como la “Cápsula del Tiempo más grande del mundo”. Este evento revivió la curiosidad sobre los hallazgos automovilísticos inusuales, evocando recuerdos de un Ferrari Dino encontrado previamente bajo tierra. Lo excepcional de este hallazgo es la preservación de un automóvil que pasó cinco décadas completamente aislado del mundo exterior.
El cerebro detrás de esta ambiciosa iniciativa fue Harold Keith Davisson, un empresario local que concibió esta cápsula del tiempo de 45 toneladas en 1975. Su visión era crear un santuario subterráneo para objetos y mensajes destinados a futuras generaciones. A diferencia de las cápsulas tradicionales que contienen pequeños recuerdos, Davisson soñó en grande, incluyendo un automóvil y una motocicleta Kawasaki, anticipando que estos vehículos serían tan intrigantes para el futuro como cualquier otro artefacto.
La inclusión de un automóvil no fue sencilla. Davisson intentó inicialmente obtener donaciones de concesionarios locales, pero ante la falta de interés, decidió adquirir el coche nuevo más económico de la época: un Chevrolet Vega. Este modelo, producido entre 1970 y 1977, era conocido por sus problemas de fiabilidad, lo que hace aún más notable su perfecto estado de conservación tras medio siglo enterrado. La elección del Vega, un modelo con una reputación controvertida, añade una capa de ironía y fascinación al descubrimiento.
Cuando la cápsula fue finalmente abierta, cincuenta años después de su sellado, el Chevrolet Vega reapareció. A pesar de ligeros signos de oxidación en el capó y algún deterioro solar en el volante, el vehículo mantiene una condición excepcional. Junto a este, una motocicleta Kawasaki también emergió de su letargo subterráneo. Sorprendentemente, un tercer vehículo, un Toyota Corolla, fue descubierto el año anterior en una estructura piramidal construida posteriormente para proteger la cámara principal. El proceso de apertura de la bóveda fue un desafío técnico, requiriendo el corte de la pirámide de hormigón y la remoción del sello original, exactamente medio siglo después de su instalación.
Ahora, la principal tarea consiste en identificar y reunir los numerosos objetos y recuerdos personales con sus legítimos dueños o sus familias. La pérdida de los registros originales en las décadas de 1990 complica esta labor. Sin embargo, Trish Johnson, la hija de Davisson, está dedicada a esta misión, descubriendo en el proceso historias personales que han permanecido en silencio durante cincuenta años. En cuanto al Chevrolet Vega, su singularidad, al ser posiblemente la única unidad nueva con kilometraje de entrega en el mundo, abre la puerta a una restauración completa, a su exhibición en un museo, o a su adquisición por un coleccionista. Sin duda, este automóvil ya ha asegurado su lugar en la narrativa histórica del automovilismo.